miércoles, 6 de mayo de 2015

Para PADRES: LA PIEL DE UNA MADRE



Cuando nace un niño una madre utiliza una serie de conocimientos y habilidades, fruto de una mezcla de  de tradición e instinto, para dar los cuidados necesarios a su bebé. 

Numerosos experimentos han resaltado una faceta vital de ese “saber hacer”: la importancia del dar afecto a traves de sus innumerables formas: susurros, caricias... Esto es crucial para todos los aspectos del desarrollo del bebé, entre otra cosas, el amor de su madre regula sus emociones, hace madurar su sistema nervioso y le enseña a responder ante el estrés. La carencia de esos cuidados trae consecuencias en el desarrollo y proyecto de vida de las personas que lo padecen. 

La necesidad de los seres humanos de arropar emocionalmente a nuestros recién nacidos completa la doble faceta de desarrollo emocional del bebe y de integración en  su grupo social.

Dentro de todos esos cuidados emocionales muchos profesionales insisten en que el contacto físico, el contacto con la piel de la madre, es vital. El neonatólogo Adolfo Gómez Papí, recalca la enorme importancia de los vínculos afectivos e instintivos de los padres con los hijos, y explica claramente que el contacto piel con piel es imprescindible para el desarrollo emocional y social de nuestros hijos.
Sus ideas las ha plasmado en un libro con el sugerente título: el poder de las caricias.

Fue el psicólogo Harry Harlow  el primer investigador en recalcar
que, en el caso de la relación madre-hijo, la satisfacción del hambre y la sed no es lo más decisivo, sino la sensación de acogida y de contacto corporal. Estas deducciones se derivaron de su interesante experimento con monos sobre la importancia del cariño y el vínculo emocional.
El amor maternal es una emoción que no puede saciarse con un biberón o con una cuchara, nos importa más incluso que aspectos tan esenciales como el sustento,
está por encima de las cosas materiales

“Para demostrar esto, Harlow persuadió a Robert Zimmerman para realizar un experimento con monos. Colocaron 8 crías de mono en jaulas separadas y en cada una de ellas había un modelo de madre hecho de tela y otro hecho de alambres.
Las manos de alambre tenían un dispositivo por el que se podía beber lecho. Las de tela, no. Lo lógico es pensar que los monos optaron por las madres de alambre: vale, son de alambre, pero dan más comida que las de tela. Sin embargo, los monos preferían a las de tela.
Los monitos pasaban casi todo el tiempo con las madres de tela; sólo dejaban la seguridad de la tela para beber de las madres de alambre. En una famosa fotografía, se ve a una cría de mono enganchada con las patas a la madre de tela, inclinándose para beber la leche de una madre de alambre”.

http://www.xatakaciencia.com/biologia/la-madre-de-alambre-de-harlow-cuando-el-carino-es-mas-importante-que-el-sustento



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