Errores que normalmente cometemos al realizar una crítica
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Personalizar. Derivar el error de
una forma de ser o de carácter. . No se ha de criticar a la persona y menos aún degradarla.
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No centrarte en el problema ni
intentar concretarlo.
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Acusar personalmente, utilizar el
desprecio, el disgusto o el sarcasmo.
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No señalar lo que la persona hace
bien.
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Dejar de indicar cómo podría
cambiar lo que no hace bien.
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No decir cómo te hace sentir la
situación para que el otro pueda empatizar con nosotros.
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Cerrar posibilidad de respuesta. No dar al otro la posibilidad de
contrastar o defender su postura.
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Criticar con afirmaciones
generalizadas y universales.
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Criticar con palabras cómo: “siempre,
nunca, todo, nada…”..." (lo confundes todo, siempre lo haces mal, no
entiendes nada....).
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Hacer la crítica cuando la situación
ha llegado a un extremo en el que estamos demasiado enfadados o descontrolados.
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Criticar en público. Una crítica en público, por muy
bien intencionada que sea puede ser vivida como una humillación o un
cuestionamiento de la valía de la persona criticada.
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No empatizar sus sentimientos ni adaptarte
adecuadamente a sus reacciones. Las personas poco empáticas suelen dar críticas demasiado hirientes y duras,
ya que no son capaces de percibir los sentimientos del otro ni de ponerse en su
lugar.
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No reconocer tu dureza o tu falta
de tacto si te has pasado. Reconocer los errores lejos de suponer perder autoridad y valía, supone
un aumento de credibilidad y respeto.
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No controlar el lenguaje no
verbal, tono de voz, los gestos, las
muecas, los ademanes. Un gesto o el tono de voz puede
echar al traste el mejor mensaje que se quiera transmitir.
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Imponer tu punto de vista las
decisiones y soluciones impuestas suelen mantener latente el problema y generan
rechazo y malestar que a la larga reactivará el conflicto haciendo necesaria
una nueva discusión y replanteamiento del problema.
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